Yo

Tengo mil virtudes pero he perdido la cuenta de mis defectos. Soy orgullosa, cabezota, y lo que yo digo es lo que hay. Romantica hasta la medula, sentimental, lloro por nada y rio sin parar. Soy de extremos o blanco o negro, o odio o amo. No soporto la falsedad, la envidia y mucho menos los engaños. Soy ilusa, hasta mas no poder. Me fio de quien no debo. Confio en casi todo el mundo, hasta que me hacen daño. Necesito el amor, no puedo vivir sin el, pero mas necesito la amistad. Digo lo que pienso, sin callarme absolutamente nada. Me guardo cosas que siento hasta no poder mas y es ahí cuando exploto. Llego a entregarme tanto a una persona que termino siempre intentando olvidarla. Tengo muchos sueños. Quiero viajar, conocer mundo, crear mi familia, casarme con un vestido blanco, y ser feliz con ese principe con el que siempre he soñado. Soy cursi, pero solo lo justo. Pienso que la vida esta para disfrutarla aunque tenga mil obstaculos. Tengo adiccion al chocolate. Estoy obsesionada con mi pelo. Soy feliz pase lo que pase, aunque a veces me lo tenga que repetir mil veces. Soy "rubia", si, pero de tonta no tengo ni un pelo. Simplemente soy asi, te guste o no

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Un beso.
i'G♥

Enamorada de la fotografía

" Un fotógrafo debe poseer y conservar las facultadas receptivas de un niño que mira el mundo por primera vez "
Bill Brandt

Buenas noches y buena suerte!


Por último, debemos decir algo sobre la opinión que tenía
Aristóteles de la mujer. Desgraciadamente no era tan positiva
como la de Platón. Aristóteles pensaba más bien que a la mujer
le faltaba algo. Era un “hombre incompleto”. En la procreación la
mujer sería pasiva y receptora, mientras que el hombre sería el
activo y el que da. Aristóteles pensaba que un niño sólo hereda
las cualidades del hombre, y que las cualidades del propio niño
estaban contenidas en el esperma del hombre. La mujer era como
la Tierra, que no hace más que recibir y gestar la semilla,
mientras que el hombre es el que siembra. 0, dicho de una
manera genuinamente aristotélica: el hombre da la «forma» y la
mujer contribuye con la «materia».
Naturalmente, resulta sorprendente y también lamentable que un hombre tan razonable en otros asuntos se pudiera equivocar
tanto en lo que se refería a la relación entre los sexos. No
obstante, nos muestra dos cosas: en primer lugar que Aristóteles
seguramente no tuvo mucha experiencia práctica con mujeres ni
con niños. En segundo lugar muestra lo negativo que puede
resultar que los hombres hayan imperado siempre en la filosofía
y las ciencias.
Y particularmente negativo resulta el error de Aristóteles en
cuanto a su visión de la mujer, porque su visión, y no la de
Platón, llegaría a dominar durante la Edad Media.

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