Yo

Tengo mil virtudes pero he perdido la cuenta de mis defectos. Soy orgullosa, cabezota, y lo que yo digo es lo que hay. Romantica hasta la medula, sentimental, lloro por nada y rio sin parar. Soy de extremos o blanco o negro, o odio o amo. No soporto la falsedad, la envidia y mucho menos los engaños. Soy ilusa, hasta mas no poder. Me fio de quien no debo. Confio en casi todo el mundo, hasta que me hacen daño. Necesito el amor, no puedo vivir sin el, pero mas necesito la amistad. Digo lo que pienso, sin callarme absolutamente nada. Me guardo cosas que siento hasta no poder mas y es ahí cuando exploto. Llego a entregarme tanto a una persona que termino siempre intentando olvidarla. Tengo muchos sueños. Quiero viajar, conocer mundo, crear mi familia, casarme con un vestido blanco, y ser feliz con ese principe con el que siempre he soñado. Soy cursi, pero solo lo justo. Pienso que la vida esta para disfrutarla aunque tenga mil obstaculos. Tengo adiccion al chocolate. Estoy obsesionada con mi pelo. Soy feliz pase lo que pase, aunque a veces me lo tenga que repetir mil veces. Soy "rubia", si, pero de tonta no tengo ni un pelo. Simplemente soy asi, te guste o no

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Un beso.
i'G♥

Enamorada de la fotografía

" Un fotógrafo debe poseer y conservar las facultadas receptivas de un niño que mira el mundo por primera vez "
Bill Brandt

JM COTELO

En el lenguaje común, se llama “bueno” al que no es malo. Al que no roba, no mata, no miente, paga los impuestos, acata las normas de circulación, es educado, sonríe, trabaja con seriedad, es puntual, cede el asiento a los ancianos y embarazadas, tira la basura en las papeleras, respeta a los demás, sostiene argumentos éticos y morales, mima a los animales, da limosna a personas necesitadas, es higiénico… Según esos parámetros de bondad, el mundo está lleno de personas buenas que, además, tienen aspecto agradable. Sí, es cierto, muchos buenos son también guapos y exitosos y, por si eso no fuera suficiente, algunos además son creyentes y practicantes de la fe: van a misa, rezan, se casan por la Iglesia, bendicen la mesa y aplauden al Papa. Una pasada. Con ese perfil, muchos de nosotros -yo hasta hace poco- podemos considerarnos “buenos”. ¡Qué bien, pertenecer al inmenso club de los “buenos”, claramente mejores que los “malos”! 

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